Autor: Revista Ensambles

  • Tecnología, control y subjetividad: una lectura foucaultiana del presente

    Tecnología, control y subjetividad: una lectura foucaultiana del presente

    Tecnología, control y subjetividad: una lectura foucaultiana del presente

    Introducción: del panóptico al algoritmo

    Vivimos en una época donde la tecnología no solo media nuestras acciones, sino que moldea nuestra forma de ser. Las redes sociales, los algoritmos de recomendación, los sistemas de puntuación ciudadana y el big data han configurado nuevas dinámicas de poder y vigilancia. Este artículo retoma las categorías desarrolladas por Michel Foucault —como panoptismo, biopolítica y gubernamentalidad— para interpretar cómo las tecnologías digitales reconfiguran las subjetividades en la actualidad.

    Del poder disciplinario a la auto-vigilancia

    Foucault (1975) describió el paso del castigo físico al control disciplinario a través de instituciones como la escuela, la cárcel o el hospital. Hoy, ese modelo fue absorbido por un nuevo sistema: la vigilancia distribuida. Ya no hace falta un vigilante central, porque los sujetos internalizan las normas y se exponen voluntariamente. Las redes sociales son el ejemplo más claro: el individuo se convierte en su propio guardián y curador, en busca de aprobación social, likes y visibilidad.

    Esta lógica, muchas veces celebrada como libertad de expresión, oculta una forma de gobierno basada en la exposición constante.

    El sujeto como “emprendedor de sí”

    La gubernamentalidad neoliberal convierte al sujeto en empresa de sí mismo. Debe optimizar su imagen, gestionar sus emociones, medir su productividad y convertir cada experiencia en contenido. El yo se cuantifica en seguidores, métricas de engagement o productividad diaria. Esta autoexplotación, descrita por autores como Byung-Chul Han (2014), lleva al agotamiento crónico, la ansiedad y la pérdida de sentido.

    En contextos educativos y laborales, esto se traduce en plataformas que puntúan a docentes, apps que miden el rendimiento cognitivo o empresas que rastrean emociones en tiempo real.

    El algoritmo como nuevo dispositivo de poder

    Los algoritmos operan como estructuras invisibles de ordenamiento social. A través de ellos se decide qué contenido vemos, con quién interactuamos, qué productos compramos y hasta qué noticias consumimos. A diferencia del poder jerárquico tradicional, este es capilar, opaco y muchas veces no verificable.

    Plataformas como TikTok, Google o Meta configuran burbujas de sentido que refuerzan sesgos ideológicos y filtran la realidad de forma personalizada. El resultado es una subjetividad altamente dirigida, aunque con la ilusión de autonomía.

    Tecnología, exclusión y colonialidad

    En América Latina, el problema no es solo de vigilancia, sino también de exclusión. El acceso desigual a tecnologías genera nuevas formas de marginalidad digital. Además, el uso acrítico de herramientas desarrolladas en el norte global puede imponer modelos de conocimiento coloniales que invisibilizan saberes locales.

    La crítica foucaultiana se encuentra aquí con el pensamiento decolonial, que advierte sobre la imposición de lógicas extractivistas, incluso en el plano simbólico y tecnológico.

    Conclusión: repensar la tecnología desde la ética y la resistencia

    La tecnología no es neutra. Está cargada de intenciones, discursos y relaciones de poder. Retomar a Foucault nos permite problematizar no solo qué tecnologías usamos, sino cómo nos atraviesan, nos forman y nos gobiernan. Frente a este escenario, se vuelve urgente construir herramientas críticas, éticas y emancipadoras que permitan habitar lo digital sin ser totalmente absorbidos por él.


    Bibliografía (formato APA básico)

    • Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI.
    • Han, B.-C. (2014). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.
    • Schmucler, H. (2001). Los laberintos de la información. Buenos Aires: Paidós.
    • Rivera Cusicanqui, S. (2015). Un mundo ch’ixi es posible. La Paz: Tinta Limón.
  • Género y política en América Latina: disputas simbólicas y territoriales

    Género y política en América Latina: disputas simbólicas y territoriales

    Género y política en América Latina: disputas simbólicas y territoriales

    Introducción: los feminismos como actores políticos

    En las últimas décadas, los feminismos latinoamericanos se han posicionado como fuerzas transformadoras tanto en el plano institucional como en el simbólico. Desde las calles hasta los parlamentos, han impulsado debates sobre derechos sexuales, justicia social, violencias estructurales y modelos económicos extractivistas. Este artículo propone una mirada situada sobre las disputas en torno al género en América Latina, entendiendo que el campo de batalla es tanto el cuerpo como el territorio.

    El cuerpo como territorio de disputa

    En países como Argentina, México y Brasil, los debates sobre aborto legal, educación sexual integral y violencia de género han evidenciado que el cuerpo de las mujeres y disidencias no es solo un espacio biológico, sino político. El movimiento “Ni Una Menos”, nacido en Argentina en 2015, marcó un punto de inflexión al articular demandas históricas con una masividad inédita. A partir de allí, la visibilización de femicidios, travesticidios y crímenes de odio adquirió centralidad en la agenda pública.

    Las movilizaciones, sin embargo, también han enfrentado reacciones conservadoras que apelan a discursos biologicistas, religiosos o nacionalistas para frenar avances legislativos.

    Territorio, extractivismo y ecofeminismo

    En América Latina, los feminismos no se agotan en el plano de los derechos individuales. Muchas de sus expresiones más potentes están ligadas a la defensa del territorio frente a proyectos extractivos (mega minería, agronegocio, hidrocarburos). Mujeres indígenas y campesinas lideran luchas por el agua, la tierra y el aire limpio, muchas veces enfrentando persecución, criminalización y violencia estatal o paraestatal.

    El ecofeminismo —que articula las opresiones de género con las formas de explotación ambiental— ha ganado fuerza como marco analítico y político. Experiencias como la defensa del río Pilcomayo por mujeres wichí, o las resistencias a los desmontes en Chaco y Santiago del Estero, evidencian esta convergencia.

    La dimensión simbólica: medios, escuela y religión

    Las disputas por el género también se juegan en el plano cultural. Los medios de comunicación masivos, la publicidad y los discursos religiosos son canales clave donde se reproduce o se combate la desigualdad. En muchos casos, sectores antiderechos han logrado instalar conceptos como “ideología de género” para frenar leyes progresistas y cuestionar la educación sexual.

    La escuela se convierte así en un espacio estratégico: es donde se juega la posibilidad de construir nuevas subjetividades más libres, pero también donde se libran batallas políticas encarnizadas por los contenidos curriculares.

    Interseccionalidad y futuro político de los feminismos

    Una de las mayores fortalezas del feminismo latinoamericano es su capacidad para articularse con otras luchas: indígenas, negras, migrantes, trans, sindicales. Esta interseccionalidad lo diferencia de corrientes más liberales centradas únicamente en la paridad formal o el acceso a cargos. Los feminismos del sur global aportan una visión crítica del sistema capitalista, patriarcal y colonial.

    No obstante, enfrentan el desafío de consolidar su fuerza sin fragmentarse, sostener su autonomía frente a los partidos políticos y evitar la cooptación institucional que puede desactivar su potencial transformador.

    Conclusión: un campo plural y en disputa permanente

    El feminismo en América Latina no es homogéneo ni lineal. Es un entramado complejo de prácticas, lenguajes y territorios en tensión. Enfrenta resistencias, pero también ha conquistado espacios impensados hace apenas una década. Su potencia radica en su capacidad para incomodar, reconfigurar sentidos comunes y proponer horizontes más justos. En ese proceso, no solo interpela al Estado, sino también a las formas en que nos relacionamos, habitamos y sentimos.


    Bibliografía (formato APA básico)

    • Segato, R. (2016). La guerra contra las mujeres. Buenos Aires: Prometeo.
    • Gutiérrez Aguilar, R. (2015). Feminismos desde Abya Yala. Quito: UASB.
    • Zibechi, R. (2020). Territorios en resistencia. Montevideo: Nordan.
    • Curiel, O. (2019). La interseccionalidad como herramienta política. Revista Nómadas.
  • Impacto de la educación digital en contextos de desigualdad

    Impacto de la educación digital en contextos de desigualdad

    Brechas invisibles en la era digital

    La digitalización de la educación se ha convertido en una bandera de modernización en América Latina. Sin embargo, esta transformación no ha sido neutra. A medida que las aulas se trasladan a plataformas virtuales, las desigualdades estructurales —tecnológicas, económicas y culturales— se hacen más visibles. Este artículo explora el modo en que la expansión de la educación digital ha impactado de manera desigual a estudiantes de diferentes regiones y contextos socioeconómicos, con foco en la experiencia argentina.

    Infraestructura digital y acceso real

    Una computadora por alumno no garantiza una educación digital efectiva. En Argentina, los programas como Conectar Igualdad, si bien marcaron un precedente importante, no siempre se complementaron con conectividad, formación docente y sostenibilidad a largo plazo. Según datos del Ministerio de Educación (2021), más del 30% de los hogares rurales no contaban con conexión estable a internet durante el período de educación remota post-pandemia.

    La situación se agravó en sectores populares urbanos, donde muchas veces hay un solo dispositivo en el hogar y debe compartirse entre varios integrantes. Así, la digitalización reproduce la exclusión, en lugar de revertirla.

    Desigualdades pedagógicas y culturales

    El acceso desigual no es solo técnico, sino también simbólico. Las habilidades digitales no se distribuyen equitativamente: hay brechas generacionales, diferencias entre escuelas públicas y privadas, y barreras idiomáticas en comunidades indígenas. Además, la pedagogía digital impone una lógica que muchas veces invisibiliza los saberes locales y comunitarios.

    Los docentes, especialmente en niveles iniciales y secundarios, expresan dificultades para adaptar sus prácticas a entornos digitales sin perder contacto con el grupo, con frecuencia sin recibir formación específica (Tiramonti, 2020).

    En países como México y Bolivia, donde el acceso a internet es muy desigual, se recurrió al uso de radios comunitarias y cuadernillos impresos para sostener la educación. En Argentina, algunas provincias distribuyeron material en papel y pendrives para zonas sin conectividad, como en el norte de Salta y Chaco.

    Estas estrategias muestran que la respuesta no puede ser homogénea: la educación digital debe pensarse desde el territorio.

    ¿Tecnología como derecho o como privilegio?

    La pregunta de fondo es si el acceso a tecnologías educativas debe tratarse como un servicio comercial o como un derecho social garantizado por el Estado. Organismos como la CEPAL (2021) advierten que el rezago digital puede profundizar la pobreza estructural si no se abordan con políticas integrales de inclusión digital.

    Conclusión: por una justicia educativa digital

    La educación digital no puede basarse únicamente en plataformas o dispositivos. Requiere una mirada pedagógica crítica, inversiones sostenidas en infraestructura y estrategias territoriales que garanticen la inclusión real. Es fundamental construir marcos institucionales que reconozcan la diversidad de contextos y promuevan una educación verdaderamente emancipadora.


    Bibliografía (formato APA básico)

    • CEPAL. (2021). Brechas digitales en América Latina: desafíos para la equidad. Santiago de Chile.
    • Ministerio de Educación Argentina. (2021). Informe sobre continuidad pedagógica y acceso digital.
    • Tiramonti, G. (2020). La escuela en tiempos de pandemia. Buenos Aires: UNIPE.